Con el seudónimo de Facundo, conocido ya por sus novelas costumbristas, José Tomás de Cuéllar inició en septiembre de 1882 la publicación de sus “Artículos ligeros sobre asuntos trascen-dentales”, que habrían de aparecer durante dos años ininterrumpidos en el diario La Libertad. Se integraba así, luego de una estancia de diez años desempeñándose en la Legación Mexicana en Washington, D.C., al grupo de destacados intelectuales que colaboraban en La Libertad, y que reunía tanto conservadores como liberales, Justo Sierra, Francisco Bulnes, Ignacio Manuel Altamirano, Francisco Sosa o Manuel Gutiérrez Nájera, entre otros. Cuéllar inaugura con estos artículos un nuevo género en la prensa mexicana, la columna personal, género híbrido encabalgado entre el quehacer del periodista, el del escritor y el del do-cumentalista de la vida cotidiana. En forma de crónica, ensayo, diálogo o epístola, ficción o testimonio, Facundo reflexiona, con el humor, la elegancia y la agilidad característicos de su prosa, sobre innumerables y variados asuntos del momento, o describe y recrea situaciones que le permiten persuadir y educar a sus lectores, orientado siempre hacia el progreso cultural y la modernidad del México de finales del siglo XIX. Cuéllar se revela, para un lector del siglo XXI, no sólo como uno de los grandes cronistas del acontecer de la vida nacional decimonónica, sino como un auténtico pionero en el debate sobre temas que en el futuro cobrarían especial relevancia, como son, por ejemplo, la caracterización del mexicano o los derechos de autor.
