Acercarnos al conocimiento que se debe tener sobre lo que ya no existe en el presente, como un tiempo que tiene en su haber la existencia misma de toda sociedad, responde a la necesidad de tener un vinculo con lo que ha desaparecido, esa necesidad adquiere sentido en la medida en que se construyen procesos de arraigo y semejanzas, que convalidan el tener un punto común con un origen dado para lograr la permanencia del grupo. En este sentido, todo pasado se convierte en una bisagra para que el futuro pueda tener posibilidades de organización a partir de su complementariedad con lo que ya no está en tiempo presente. Actuar sobre las diferentes posibilidades que tiene una sociedad para ordenar y reordenar esos acontecimientos del ayer, desde eventos muy lejanos a los más cercanos que a una generación o varias les ha tocado vivir o por lo menos saber lo que no han vivido, convierte en un sistema argumentativo todo aquello que hay que rescatar para que no se convierta en ausencia. El tiempo es una abstracción que posibilita medir, en una espiral o bien en una linealidad, que sirva para producir algún efecto en el acontecer diario; la acción manifiesta en el recorrido valida en los sucesos un acercamiento que acompaña el registro eventual de lo que alguna vez ha pasado, en otras palabras, la memoria se convierte en la herramienta de todos aquellos recuerdos que debe seguir con nosotros
Rafael Pérez-Taylor
Instituto de Investigaciones Antropológicas
Ciudad de México, 2020, 158
21, 27, 2, 1
ISBN: 9786073040662
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